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La Catedral recupera los lienzos de «La Anunciación de la Virgen»

El Cabildo Catedralicio ha podido afrontar la restauración de estos cuadros de escuela barroca sevillana del siglo XVII gracias a la colaboración de la Asociación de Amigos de la Catedral de Cádiz.

Entre los meses de julio y octubre de 2017, en Ars Nova Restauraciones, los restauradores e historiadores del arte, Eva Morata Plá y Fabián Pérez Pacheco, han realizado los trabajos de recuperación del conjunto de dos cuadros del Museo de la Catedral de Cádiz, “Casa de la Contaduría”, que representan la Anunciación a la Virgen.

En sendos cuadros ovalados de escuela barroca sevillana (siglo XVII) destaca la serenidad ensimismada de la figura de la Virgen, recogida, de mirada baja en actitud de respeto, con sus manos entrecruzadas en el pecho, arrodillada ante su atril en donde se abren las Santas Escrituras, frente la imagen del arcángel Gabriel, extrovertido en su impulso dinámico, colorista y de brazos abiertos. El mensajero, el arcángel, porta una rama florida de lirios blancos, expresión iconográfica de la pureza de María, en donde se entrelaza la cartela de la salutación mariana: “AVE MARÍA GRATIA PLENA” que entendemos como “Ave María, llena eres de Gracia”, a lo que Ella, entregada a la observancia del mandato del Señor contesta “ECCE ANCILLA DOMINI”, es decir, “He aquí la esclava del Señor”; suaves palabras que se despliegan tenues desde su boca y que antes de la restauración eran inapreciables.

Sobre María se extiende un ocre dorado que representa un rompimiento de Gloria a través del cual desciende la figura del Espíritu Santo representando el momento de la Encarnación. Esta paleta de fondo ocre y tostado, contrasta con el fondo gris plateado del arcángel. Sin embargo, en éste se despliega de manera más compleja la composición cromática y de líneas, el protagonismo de su túnica roja y las transparencias de su cinta enlazada, son elementos ricamente modelados.

Los cuadros presentaban antes de la restauración destacables capas de suciedad, desperfectos en la tensión de los lienzos, por deficiencias en el bastidor que han sido subsanadas (falta de cuñas y deformaciones de ensambles) así como el cuadro de la Virgen que mostraba además dos rotos muy llamativos en su franja inferior que han requerido de trabajos de consolidación, injertos de tela y retoques de color. Los trabajos de limpieza han sido muy llamativos y en ellos destacan la recuperación de la delicada corona de estrellas que rodea la cabeza de María así como las palabras que se despliegan desde su boca, detalles que quedaban ocultos antes de realizarse los trabajos de restauración. Los marcos, repintados y retocados con gruesa capa de purpurina, mostraban también desperfectos volumétricos. Todos estos defectos de conservación del marco han sido subsanados mediante trabajos de limpieza, reconstrucción y recuperación del fino filete dorado que presentaba oculto bajo la purpurina.

El tema de la Anunciación de María suele ser interpretado de manera únicamente narrativa, como episodio mismo de la Vida de María o del Niño Jesús. Pero más allá de este sentido del relato bíblico, de esta escena se desprende un mensaje intensamente evangélico: la entrega de María a la misión que Dios proyecta para Ella. Dios tiene un programa para cada uno de nosotros, una misión que dentro de ese edificio de piedras vivas que es la Iglesia, cada uno de sus fieles representa en ella una función. Hacer oídos, escuchar el mensaje, la atención a la mirada trascendente del mandato de Dios, se convierte, admirando este conjunto, en el verdadero sentido simbólico del cuadro, es su significado íntimo. La misión de María se convertía en inmensa, Sagrario Puro para el Hijo de Dios, que la premonición de su Pasión transformaría en intenso dolor. Por todo ello, La Anunciación y Encarnación, uno de los misterios gozosos del rosario, tiene un profundo sentido teológico por manifestarse como expresión del Proyecto Trascendente de Dios.

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Ricardo Jiménez Merlo, nuevo deán de la S.A.I. Catedral de Cádiz

El sacerdote gaditano asume su nuevo cargo con «responsabilidad y agradecimiento» y espera realizarlo «con entrega» para con los miembros del Cabildo y el pueblo diocesano.

El nuevo deán ha destacado la importancia del primer templo gaditano como centro litúrgico de la iglesia diocesana «la liturgia no es sólo un conjunto de ritos o celebraciones sino que  representa el encuentro único y especial entre Dios y el hombre y una de las misiones de la Catedral es favorecer ese encuentro».

Ricardo Jiménez ha recordado que  «La misión esencial del cabildo es atender la Catedral: que dé el servicio necesario para el pueblo fiel. En primer lugar cuidando la liturgia, que la Catedral sea la escuela de la liturgia, la pastoral y la conservación del patrimonio». En esta última línea ha querido subrayar que continuará con la gran labor que sus antecesores han realizado en el impulso a la S.A.I. Catedral de Cádiz «que se sepa que está abierta al público o que todos los domingos se celebra la Misa». Las obras que hicieron que la Catedral estuviera cerrada mucho tiempo ha hecho, en opinión del nuevo deán, que muchos gaditanos vean la Catedral como «parte de la estampa de Cádiz pero no la sientan suya. Lo que queremos es que el gaditano entre, que se sienta como en su casa, que sienta que la Catedral forma parte de su propia vida de Fe».

Asimismo ha incidido en la importante tarea de conservación del Patrimonio que se realiza a través de la sede gaditana y que tiene que seguir siendo una de las tareas claves del Cabildo.

El actual rector del Seminario Conciliar San Bartolomé sucede en el cargo al P. Guillermo Domínguez Leonsegui, que ha estado al frente durante un quinquenio.

Manuel de Falla

Manuel de Falla, músico, artista y gaditano

Tumba de Manuel de Falla

Aunque es mundialmente conocida la fama del maestro compositor don Manuel de Falla, no es, en cambio, tan conocida su relación con Cádiz, la ciudad que lo vio nacer el 23 de noviembre de 1876. El pequeño Manuel María de los Dolores de Falla y Matheu fue acristianado con este nombre a los pocos días de nacer en la gaditana Plaza de la Mina.

Como suele ocurrir en los genios, desde su más tierna infancia mostró sobradas habilidades en el ejercicio de la música, recibiendo sus primeras clases de solfeo de manos de su madre, intérprete de piano (una mujer muy instruida teniendo en cuenta el tiempo y la sociedad a la que nos referimos) y de su abuelo, igualmente instruido, e incluso, las nanas y canciones populares que aprendió de su nodriza en la infancia contribuyeron al enriquecimiento de su cultura musical.

Posteriormente, y también en la ciudad de Cádiz, pasó a especializarse con la profesora Eloísa Galluzo, complementando sus estudios con el célebre Alejandro Odero y acrecentando el conocimiento del lenguaje musical en armonía y contrapunto con Enrique Broca.

En su adolescencia, aunque amante de la música, ciertamente sentía más pasión por la literatura y el periodismo, lo que le llevó a fundar en Cádiz las revistas El Cascabel y El Burlón. Finalmente se trasladó a Madrid donde, ya sí, sintió que su verdadera vocación era la música tras asistir a un concierto de Grieg en su Cádiz natal.

Fue entonces cuando comenzó a viajar por Europa y a componer sus principales obras musicales. Establecido en Granada en la década de los años 20, su matrimonio con Cristina Aranjuez sería un aliciente para la producción de su obra. Entabló amistad con grandes personalidades granadinas del momento, de la vida política y de la cultura, como Fernando de los Ríos, García Lorca y Hermenegildo Lanz, entre otros.

Hombre cabal y comprometido con la situación social de su época, nunca se doblegó a los intereses de ningún tipo de poder, y con la llegada de la II República en la década de los 30, si bien comprendía la necesidad de determinadas reformas sociales para el progreso del país, también escribió una carta al Presidente Alcalá-Zamora denunciando el creciente anticlericalismo y la desevangelización de España. Descontento con la situación política, decidió exiliarse voluntariamente a Argentina, donde murió en 1946 siendo sus restos trasladados rápidamente hasta su ciudad, Cádiz, en la que fue sepultado en la Cripta con autorización de Pío XII, descansando sus restos mortales desde entonces y hasta hoy junto a los de su amigo y paisano José María Pemán, en la ciudad que 69 años antes lo había visto nacer y crecer y en la que, en su honor y memoria, el principal teatro, sede de la vida cultural, lleva su nombre.