El coro es el espacio destinado para aquellos miembros “capitulares” que tienen encomendado el rezo del Oficio Divino. En el caso de la Catedral de Cádiz, este espacio supone un conjunto extraordinario cargado de historia, arte y simbolismo, desde la sillería hasta las rejas.

Dicha sillería se divide en dos cuerpos: una alta, procedente de la Cartuja de las Cuevas de Sevilla, de esmerada ejecución; y una baja, obra posterior de adaptación. La imaginería del coro corresponde a la mano de varios autores, pudiendo destacar la firma de artistas como Agustín de Perea y de sus discípulos, que trabajaron en la realización a finales del siglo XVII.
Esta magnífica talla en madera llegó hasta Cádiz gracias a la capacidad de gestión del obispo don Juan José Arbolí y Acaso, a mediados del siglo XIX.

Es imposible admirar el coro de la catedral gaditana sin reparar en los dos imponentes órganos, el más antiguo de ellos proveniente de la catedral vieja de la Santa Cruz y realizado, presumiblemente, a finales del siglo XVI o principios del XVII. El otro, más reciente, es obra de los organeros Otín y Roqués inaugurado en la festividad de la Inmaculada del año 1870.

Cierra el conjunto una hermosa reja dividida en cuerpos y blasonada realizada en los talleres sevillanos de Manuel Grosso siguiendo el diseño de Juan de la Vega Correa, y cuyas puertas laterales están timbradas por las efigies de los santos Servando y Germán, patronos de Cádiz.

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