Patio Mudéjar

Levantado sobre la cávea del Teatro Romano, el llamado Patio Mudéjar constituye la más antigua expresión en nuestros días de lo que podemos considerar “arquitectura civil” en Cádiz. La contemplación de este espacio, recogido y coqueto, evoca la reminiscencia de las construcciones árabes por sus arcos escarzanos de ladrillo visto inscritos en el alfiz y en las finas columnas de mármol blanco con capitel de moño.
La tinaja central procede de las excavaciones de la zona, pleno centro neurálgico de la Gades romana, siendo posible la contemplación de unos hermosos lienzos realizados al óleo ilustrando temas hagiográficos, además de unos mapas que desvelan la ciudad de Cádiz en el siglo XVI.

Sala de la Inmaculada de la Contratación

En este espacio se dan cita, de la mano y al unísono, la historia política y religiosa no sólo de la Ciudad de Cádiz, sino de España.
La deriva del Guadalquivir y el mayor tonelaje de los barcos en el siglo XVIII, hace que el monopolio del comercio con las Indias se traslade desde Sevilla a Cádiz. El nuevo monarca de la recién entronizada dinastía Borbón, Felipe V, decide que se instale en Cádiz la Casa de la  Contratación de Indias. Esto dará un impulso definitivo a la ciudad, que se plasmará en todos los niveles: artístico, económico, social…
En esta sala se encuentra la Inmaculada realizada en 1723 por el artista Alonso de Tobar, de acusada influencia murillesca, gracias a la cual vio su fama acrecentada.
El fuerte carácter marianista de la ciudad gaditana y del cabildo catedralicio se puede notar en las obras expuestas en esta sala, de una calidad relevante, que conforman un espacio pleno de belleza y armonía.

Sala de la Plata

Curiosamente, aunque esta Sala es denominada como “de la Plata”, en ella se hace presente el siglo de Oro en Cádiz.
Constituye una extensión de la sala de las Custodias, en tanto al material empleado en la ejecución de los vasos sagrados expuestos cuidadosamente en las vitrinas para ser admirados celosamente.
Las reminiscencias a la música cobran relevancia con la batuta expuesta del Maestro don José Gálvez, maestro de Capilla y fundador del Conservatorio de Música de Cádiz.
Llama la atención la conservación de juegos completos es escribanías, con pluma, tinteros, salvaderas y abrecartas que datan de su época.

Sala de las Custodias

La orfebrería es el arte que muestra cómo la fundición de nobles metales, junto a un exquisito diseño previo, puede dar lugar a auténticas joyas al servicio de la religión; prueba de ello es el monumental tesoro que se puede apreciar en la llamada Sala de las Custodias del conjunto catedralicio gaditano.
En ella se custodian auténticas obras de arte sacro sublimes, que abarcan la técnica de afamados artesanos del metal, como Enrique de Arfe, desde los siglos XVI al XIX condensados en la delicada factura de custodias, bandejas, cruces pectorales y procesionales y demás vasos sagrados. Un ejemplo de ello es la llamada Custodia del Millón, realizada en el siglo XVIII por Vicente Gómez de Ceballos bajo el patronazgo de Miguel Calderón de la Barca, del Consejo de Indias, enriquecida con piedras preciosas procedentes de diversos lugares del mundo.

Sala de Levante

Nada más adentrarnos en esta sala, notaremos en influjo orientalizante del icono griego San Juan dictando su Evangelio a Prójoros, obra de Damaskinós, maestro del Greco. En esta obra aparece un anciano San Juan dictando su evangelio al joven discípulo. Es admirable la valía artística de esta joya del arte cristiano oriental, como también lo es el lienzo de la Magdalena Penitente, obra barroca que nos recuerda la pintura de Ribera.
También el arte flamenco del XVI está presente en las obras de Juan de Borgoña la Coronación de Espinas y el Prendimiento de Cristo, obras muy interesantes (en la primera aparece representado el Emperador Carlos V).
Los relieves policromados expuestos en esta sala junto a otros tesoros del arte cristiano son de estilo barroco y de una excelente factura, salidos de la gubia del maestro Andrés de Ocampo en el siglo XVII.

Sala de los Asaltos

“29 de Junio de 1596, frente a las costas de Cádiz se presenta una poderosa flota integrada por 157 naves inglesas y holandesas armados en pie de guerra, al mando del Conde de Essex, general inglés, favorito de la reina Isabel I de Inglaterra. Tenía por misión apoderarse de la Flota española que, cargada con innumerables riquezas, se encontraba en el puerto de Cádiz, pronta para zarpar a las Indias.
Los habitantes de Cádiz se preparan con rapidez para la defensa. Algunos llevaron pesadas piedras a las azoteas para arrojarlas sobre las cabezas de las tropas invasoras en las calles. Incluso, las mujeres trabajaron en la defensa.
El 1º de Julio de 1596, los navíos ingleses atacan y después de varias horas de intenso y mutuo cañoneo contra los principales galeones españoles logran dejarlos fuera de combate. Ante lo cual, y a fin de evitar que la Flota que iba a las Indias cayera en manos enemigas, los españoles ordenan el incendio de la Flota y de todos sus galeones.
Después de un par de semanas en Cádiz, el ejército angloholandés se embarca en la flota rumbo a Inglaterra, llevándose a los rehenes españoles, no sin antes incendiar y saquear la ciudad de Cádiz, la cual quedó reducida a cenizas.”
Como bien nos describe la crónica, tal asedio sufrió la Ciudad de Cádiz que, durante generaciones, la tragedia quedaría grabada en la memoria de los gaditanos, pasando este ingrato recuerdo de generación en generación. A él hace referencia esta sala, en la que es posible observar un retrato del Obispo que vivió las tribulaciones en aquellos días: el Cardenal Zapata de Cisneros.
La “Cruz de Tablas”, expuesta también en la sala junto a las demás obras de arte, recuerda cómo la Catedral Vieja fue incendiada, y a ella se une un valor sentimental muy fuerte, ya que presidió la primera misa tras el abandono de la ciudad por las tropas anglo-holandesas.

Sala de los Diezmos

En esta sala es posible contemplar el boceto realizado en 1780 por Torcuato Cayón de la Vega del Monumento de Semana Santa, tan característico de las catedrales antaño, y que dejó de instalarse a mediados del siglo XX.
Llama la atención que, como en el resto de salas, la presencia de obras de arte es sobrecogedora. Pero sin duda es la Tabla de los Diezmos lo que centra la atención de todas las miradas, donde se recoge la contribución de las parroquias del obispado en el siglo XVII al diezmo eclesiástico.
Es posible contemplar, la curiosa vara y las pesas de cerería del Cabildo.

Sala de los Libros Corales

La música tiene especial relevancia en el arte sacro, ya que ayuda a elevar los sentidos y dispone el ánimo para el recogimiento y la oración.
En esta sala se exponen maravillosos libros corales de los siglos XVII, XVIII y XIX, de delicada composición y extraordinarias miniaturas en sus páginas.
En las vitrinas igualmente es posible observar una carta autógrafa de Santa Teresa.

Sala de los Marfiles

Destacan en esta sala las soberbias esculturas crisoelefantinas de los santos mártires patronos de Cádiz, san Servando y San Germán, realizadas en Filipinas por artesanos de origen chino dedicados a la factura de delicadas piezas de arte que podemos considerar más que sobresaliente. Fueron donadas al Cabildo por un misionero dominico.
En las vitrinas se encuentran expuestas obras de arte de un marcado estilo barroco ante las cuales es conveniente deleitarse, todas de excelente calidad y gran valía, como la soberbia escultura del Varón de Dolores atribuido a los Hermanos García, realizado a lo largo del siglo XVII y de acentuadas características de escuela barroca granadina: no en vano fue una donación del célebre Alonso Cano a la Catedral de Cádiz.

Sala de los Ternos

El bordado en oro a realce es un tipo de arte decorativa muy prodigado en las vestimentas sacras. En esta sala podemos contemplar tres ejemplos sobresalientes de la maestría del arte del bordado, reflejado en los llamados “ternos”.
En la sala se muestra el Terno de San Pedro o de los apóstoles, bordado en el siglo XVI que tiene la particularidad de ser el más antiguo. El llamado terno de los Patronos, fue realizado en Toledo en el siglo XVIII y utilizado en la festividad de los santos mártires Servando y Germán. El llamado “de las Flores” fue encargado para ser utilizado en la festividad del Corpus Christi.
En la sala, es posible apreciar la belleza de una escultura de San Cristóbal, realizada en mármol de Carrara en el siglo XVII.

Sala Romántica y Sala de 1812

El fuerte sabor decimonónico de las obras de gran valía expuestas en esta Sala hace que sea conocida como “Sala Romántica”. En ella, como decimos, se exhibe una rica colección de obras realizadas no sólo en el siglo XIX, sino algunas anteriores, como el documento autógrafo de Luisa Roldán, hallado en el interior del Ecce Homo de la Catedral, en el que la artista reconoce su autoría.
A la familia Ruiz de la Puente se debe la cesión de cinco grandes lienzos de tema hagiográfico realizados a mediados del siglo XIX por autores de primera fila como Payer y el pintor de Corte Gutiérrez de la Vega.
A Mariano Benlliure se atribuye un crucificado realizado en bronce que también puede contemplarse en esta Sala Romántica.
La Sala 1812 es un compendio de la vinculación de la ciudad y del clero gaditano con la elaboración de la primera Carta Magna que abre el período constitucional español hasta nuestros días, pues en ella se halla la mesa del Obispo Acisclo Vera (cuyo retrato también es posible contemplar) en la que se afirma fue firmado el primer ejemplar de la Constitución el 19 de marzo de 1812, fiesta de San José. Por este motivo fue apodada como “La Pepa”.
En la soberbia cajonera y en las vitrinas es posible apreciar detalladamente toda una pléyade de objetos históricos y artísticos testigos de primer orden de los acontecimientos de las Cortes que proclamaron en la Ciudad de Cádiz la primera constitución española a la que hemos hecho referencia.

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