La Cripta se construyó entre 1732 y 1730 realizada en piedra ostionera. Contrasta el esplendor del mármol de la parte superior con la sobriedad de este recinto.

Con la realización de esta bóveda vaída, casi plana, el maestro Vicente Acero llevó a cabo sus conocimientos de arquitectura demostrando que, con los cálculos adecuados, el material podía resistir, dando cobijo de esta forma a uno de los espacios más emblemáticos de la Catedral de Cádiz: la cripta.

Espacio circular dotado de magnífica sonoridad por su cercanía con el mar (lo que puede notarse fácilmente en la humedad del ambiente)  e incluso sentir, ya que al tocar sus muros se pueden sentir las olas del mar, cuya visita es posible, se da paso a la capilla de los sepulcros de los Obispos, donde descansan los prelados que han muerto en Cádiz desde la consagración de la Catedral Nueva. Preside el recinto el Cristo de Aguiniga, traido de América a principios del siglo XVII.

En el otro extremo se conservan las reliquias incorruptas de la mártir romana Santa Victoria, cuyo rostro aparece cubierto por una mascarilla de cera.

Digna de reseña es la imagen de la Virgen del Rosario, en mármol italiano, obra de Alejandro Algardi.

También en la cripta de la Catedral de Cádiz se encuentran sepultados dos hijos ilustres de esta ciudad: el compositor don Manuel de Falla (1876-1946) y el poeta y ensayista don José María Pemán (1897-1981).

Llama la atención el material con el que está realizada la tumba de Falla, piedra de Sierra Elvira, que evoca su cercanía con la ciudad de la Alhambra y la inscripción: Solo A Dios Honor y Gloria.

El sepulcro de Pemán, en mármol blanco, está protegida con balaustres de bronce que sostienen un Toisón de Oro.

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